jueves, 31 de octubre de 2013

La espera

- ¿Tenemos noticias?
- Aún no señor, pero no tardarán mucho. Han salido hace horas.
- Bien. Que todo esté preparado para su llegada. No hay tiempo que perder.

El sirviente salió apresurando el paso por el pasillo. Esperó a quedarse solo de nuevo y volvió a pasear por la habitación. Estaba inquieto desde que lo supo. No podía dormir, ni comer. Sólo hacía preparativos, organizaba y esperaba. 
Estaba preparado para aquello, el problema era guardar el secreto. Que algo así no se hiciera público era el problema. Llegado el momento todo debía suceder lo más rápido posible, sin fallos, y dependía de él, de sus decisiones y su capacidad. Pero para eso estaba, para eso había sido entrenado. 
Aún así los nervios lo retorcían y lo presionaban, cada día hasta que todo acabara. Por un lado deseaba que todo ocurriera lo más rápido posible, poder sentarse y respirar. Pero sabía que era un proceso largo, ya lo había vivido, aunque aquella vez era un niño, y ahora era el responsable. 
Había empezado hace meses, lo ocultaron todo el tiempo posible. El ambiente no era el mejor para que sucediera esto ahora, él lo sabía, todos lo sabían, pero no había marcha atrás. 
Paseaba sin cesar por la fría y oscura sala, rodeado de libros y cientos de cachivaches. La mesa del escritorio llena de papiros, cartas, y mapas. Las cortinas oscurecían la habitación y apenas había aire en el ambiente. 
Todo saldrá bien, se dijo, todo debe salir bien.


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