miércoles, 11 de septiembre de 2013

RECUERDOS

1.Los recuerdos

Era sábado. La semana había salido bien. Sus últimos exámenes la habían encerrado en la biblioteca y ahora se merecía un descanso. Unos días de playa, paseos y fiesta, con sus amigas.

Llevaban esperándolo desde mediados de curso, cuando su amiga Victoria vio por casualidad un vuelo de ida y vuelta a Cerdeña. Podrían celebrar que habían terminado el segundo curso en la universidad, pero lo que Julia más esperaba era estar a solas con sus dos amigas. Sin nada en lo que pensar. Sin recuerdos dolorosos. Ellas solas, como antes. Ya hacía dos años de aquello, ya era hora de divertirse y seguir adelante.

Julia Bolem vivía en Lorian, un barrio tranquilo de la ciudad de Klowoon. Sus padres compraron una casa allí cuando ella tenía 3 años. Aprendió a andar en bici por sus tranquilas calles, pudo tener mascotas y hacer grandes fiestas de cumpleaños. A Julia le encantaba vivir allí.

Su amiga Victoria vivía dos casas a la derecha, cosa que ayudó a que se convirtieran en inseparables desde niñas. Aurora fue la última en unirse al grupo, su familia se había mudado hacía unos cinco años. Aunque desde el principio pareció que se conocían de toda la vida.

Pero lo mejor de vivir allí había sido conocerla a ella. Su mejor recuerdo. Sus mejores momentos. Su alma gemela. Sara. Habían crecido juntas, habían planeado sus vidas una con la otra. Incluso llegaron a parecerse en los gestos, el corte de pelo, la ropa. Siempre decían que no solo serían amigas, serían hermanas. Intentaba no pensar en ella, pero a veces las imágenes venían sin más. Recordó aquel momento en el que estaba allí de pie, el cielo a punto de llover, apretó los labios y, sin estar muy segura, pegó el primer cartel de se busca. Recordaba cada detalle y al mismo tiempo no recordaba nada.  Le costaba saber si ciertas cosas habían sucedido o no. Como cuando rememoras una pelea de la que ya no recuerdas el porqué. Sea lo que sea, había cerrado el capítulo. Había decidido olvidar todas las preguntas, pero nunca olvidarla a ella.

Sonó el timbre del teléfono. Julia bajó las escaleras hasta el descansillo y miró el salón. Su madre no estaba. Cuando llegó a la base, descolgó el inalámbrico negro que habían instalado hacía unas semanas.

- ¿Diga?

Al otro lado del teléfono le habló una voz cálida de mujer: 

-Hola, ¿Julia Belmer?, le llamo de la oficina de recursos humanos del Museo de Arte de Klowoon, - A Julia empezó a latirle el corazón.- Hemos recibido su petición para unas prácticas en nuestro departamento de restauración y conservación de obras. Debido a un error de papeleo hemos tardado en ponernos en contacto. Nos gustaría saber si sigue interesada en el puesto.

¿Un verano de prácticas remuneradas en el Museo de Arte? Era lo que había deseado durante todo el curso. Por fin, después de tanta súplica lo había conseguido.
Tras unos minutos más preguntando detalles, tenía oficialmente su primer trabajo, porque cuidar al hijo de la señora Meipher no cuenta. Podía irse de vacaciones más feliz si cabe. 

Julia pensó por un momento en como se sintió hace dos años allí, en el mismo lugar, frente al teléfono. Había sentido ganas de gritar, de correr, pero su cuerpo no le dejaba, estaba inmóvil. Pensó en como cambian las cosas, en la felicidad que ahora la inundaba, en sus ganas de saltar, en la sonrisa enorme incapaz de aguantarse, sus ganas de correr. Pensó que ahora sí podría hacerlo. Ahora sí. 

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