miércoles, 18 de septiembre de 2013

Una extraña noticia

Una vez terminada la instalación, las chicas decidieron bajar al pueblo a dar un paseo y hacer compras para llenar la nevera. Una vez estuvieron de nuevo entre las calles de Santa Margherita, pasaron la tarde como buenas turistas. Enseguida se hicieron con el supermercado, la plaza mayor,el puerto, algún restaurante con buena pinta, una heladería y la zona de la playa. Cenaron en la terraza de una pizzería, bajo un cielo estrellado, con el sonido de las olas rompiendo en la costa rocosa y riendo como hacía tiempo no lo hacían.
El cansancio del viaje solo les dejó ganas de dormir, así que no tardaron en retornar a casa y descansar. Mañana sería otro día.

Julia despertó con ansia de haberse olvidado algo. Sintió un malestar, como si fuera algo realmente importante. Tras unos segundos desechó la idea y se acurrucó entre las sábanas. Escuchó la cafetera y se levantó enérgicamente. El sol se colaba por todos los rincones del piso, aventurando un día estupendo.
Miró con un ojo entreabierto las maletas aún por deshacer. Suspiró y se levantó.

Era Aurora quien traqueteaba en la cocina. Saludó con un efusivo “buenos días” y le plantó una taza de café, mientras Julia se sentaba a la mesa aún con modorra. Al segundo se abrió la puerta del dormitorio y salió Victoria. Aún con pijama, cara de sueño y el pelo alborotado, siempre estaba guapa. Julia recordó cuando estaban en primaria y Victoria era la envidia de todas las niñas. Tenía una piel perfecta muy morena, el pelo negro y brillante, con melena larga rizada y ojos oscuros. Siempre tenía un montón de chicos mirándola, pero siempre se mostraba ajena al asunto, aunque Julia notaba como se ruborizaba la mayor parte de las veces.

Desayunaron frente al gran ventanal rememorando el viaje. En la televisión, que estaba encendida para ver las previsiones del tiempo, apareció una mujer de pelo blanco pero con aspecto joven, que daba unas noticias sin sentido tras otras. Hablaba sobre el rescate de un perro en un pozo, un tractor volcado y un accidente con unas gallinas. Pero cortaron la emisión en un tono preocupante y las chicas se pararon a escuchar. La mujer cambió el semblante y dio paso a un reportero joven que incrédulo exponía:

-Esta mañana en Cayo BIANCA han aparecido en la playa tres barcos encallados. No se tiene constancia de donde procedían, de cuánto tiempo llevaban desaparecidos, ni de quien tripulaba. Las autoridades han abierto una investigación para averiguar de donde han salido tremendas naves. 

Las imágenes mostraban una muchedumbre que observaba desde la zona acordonada, tres grandes barcos encallados en una pequeña playa. Las olas suaves que llegaban a la orilla batían con los cascos ya oxidados de dos de los barcos. Un tercero había entrado de lleno en la arena y apenas tocaba el agua. Parecía que hubieran pasado mucho tiempo bajo el agua. Mucho tiempo.


Un pareja de jubilados que al amanecer salieron a caminar por el paseo marítimo. Ellos dieron la voz de alarma. Pronto se llenó de curiosos de las casas vecinas que se asombraban de no haberse percatado. 

Había algo raro en aquella escena. Tres barcos que aparecían al amanecer, sin tener la menor idea de a quién pertenecían, ni porqué no tenían constancia de barcos desaparecidos por la zona. 

Julia se acercó a la pantalla. Había algo que le era familiar. Algo en aquellos barcos.  

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